La Biblia es un libro que se ha encontrado ser relevante y significativo de generación tras generación. Independientemente de los cambios de la cultura, las historias, la poesía y los relatos históricos que se encuentran en la Biblia han hablado a personas de todos los orígenes. Entre muchas áreas en las que la Biblia es revolucionaria, su gran consideración por las mujeres es una en la que es un documento verdaderamente adelantado a su tiempo.
El rol de la mujer en las escrituras
En el antiguo testamento, las mujeres participaban en todos los aspectos de la vida comunitaria excepto en el sacerdocio del templo. El sacerdocio del templo era separado para los Levitas.
Las mujeres se dedicaban libremente al comercio y la propiedad inmobiliaria (Proverbios 31), así como el trabajo manual (Éxodo 35:25; Rut 2:7; 1 Samuel 8:13).
Ellas no podían participar en los rituales, pero si tocaban música en el santuario (Salmo 68:25), oraban allí (1 Samuel 1:12), cantaban y bailaban con los hombres en procesiones religiosas (2 Samuel 6:19, 22) y participaban en la música y en las festividades de las bodas ( Cantares 2:7, 3:11).
Las mujeres fueron incluidas cuando Dios instituyó el pacto con su pueblo (Deuteronomio 29:11) y estuvieron presentes cuando Josué leyó la Torá a Israel. Su presencia no era solo una opción; se les requería que estuvieran presentes para la lectura pública de las Escrituras en la Fiesta de los Tabernáculos (Deuteronomio 31:12).
No es como los intelectuales de este tiempo te quieren enseñar, que las mujeres se limitaban en roles privados durante esos siglos. Si no que ejercieron varios roles de liderazgo sobre Israel. Miriam, la hermana de Moisés, dirigió a las mujeres de Israel en adoración (Éxodo 15:20–21); Débora era jueza y profetisa (Jueces 4:4), y las Escrituras mencionan específicamente que ella también era esposa y madre. Hulda también fue una profetisa a quien el rey Josías consultó en lugar de Jeremías (2 Reyes 22:14–20).
En Génesis 21:12, leemos que Dios le dijo a Abraham que escuchara a su esposa Sara. Proverbios 18:22 nos dice que el que haya esposa halla el bien, y Proverbios 19:14 dice que una esposa inteligente es un regalo de Dios. Abigail es reconocida por su habilidad para manejar un conflicto políticamente tenso entre el Rey David y su esposo, Nabal. Su sabiduría y valor conmovieron tanto al rey David que se convirtió en su esposa después de la muerte de Nabal (1 Samuel 25:23–42).
Muchas mujeres astutas y dotadas encontraron su camino en las páginas de las Escrituras Hebreas y todavía son honradas hoy.”
Los derechos de la mujer en los tiempos del Nuevo Testamento
La condición y regularidades sociales cambian drásticamente dependiendo de la epoca y costumbres. Para las mujeres en la era del nuevo testamente vemos un cambio social donde no se permitían testificar en tribunales y esto las categorizaba igualmente como los menores, indeseables, sordomudos, personas con problemas mentales, y aquellos que negaban ese privilegio.
El concepto o el rol privado de la mujer, se basó en el Salmo 45:13: “Toda gloriosa es la hija del rey en su habitación…”. Mientras que la responsabilidad principal de un hombre se consideraba pública, la vida de una mujer se limitaba casi por completo a la esfera familiar privada.
Habitualmente, incluso una mujer de estima, no podía dedicarse al comercio y rara vez se le veía fuera de su casa. Solo una mujer en una situación económica desesperada, que se vio obligada a convertirse en el sostén de la familia, podía dedicarse a su propio pequeño comercio. Si alguna vez una mujer estaba en las calles, debía llevar un velo pesado y se le prohibía conversar con hombres.
Las mujeres estaban separadas de los hombres en la vida privada, pública y religiosa. Podían ir al Templo, pero no podían aventurarse más allá de los límites de la Corte de las Mujeres (no se encontraba tal corte en las descripciones originales del Templo de Salomón, por lo que sabemos que se agregó más tarde o se practicaba por costumbre impuesta por hombres). A las mujeres no se les permitía participar en la oración pública en el Templo, aunque se las alentaba a tener una vida de oración privada en el hogar.
Jesús, el Revolucionario
La vida y las enseñanzas de Jesucristo han dejado una marca indeleble en el mundo, ofreciendo profundas lecciones de amor, compasión e igualdad. Un aspecto de su ministerio que se destaca es su interacción y apoyo a las mujeres en una sociedad.
Jesús a menudo enfrentaban marginación y discriminación. En este blog, exploraremos cómo Jesús trascendió las normas sociales al abrazar, empoderar y ofrecer ayuda a las mujeres en lugar de rechazarlas.
- Sanidad y Restauración
- Discipulado Igualitario
- La Mujer Samaritana
- Protegiendo a los Vulnerables
- Resurrección y Testimonio
Uno de los ejemplos más conmovedores de la compasión de Jesús hacia las mujeres es su ministerio de sanación. En varios casos, se acercó a mujeres que padecían dolencias físicas y les ofreció curación y restauración. Es particularmente notable la historia de la mujer con flujo de sangre. A pesar de los tabúes sociales que rodean la menstruación y las enfermedades, Jesús no sólo la sanó sino que también afirmó su fe, diciendo: "Hija, tu fe te ha sanado" (Marcos 5:34).
En una época en la que las mujeres a menudo eran excluidas de la educación religiosa formal, Jesús las recibió como sus discípulas. Enseñó a mujeres junto con hombres y las animó a ser participantes activas en su ministerio. Marta y María, las hermanas de Lázaro, estaban entre sus amigas y alumnas cercanas. Jesús elogió a María por elegir sentarse a sus pies y aprender, rompiendo con los roles tradicionales de género (Lucas 10:38-42).
En un poderoso encuentro junto al pozo de Samaria (Juan 4:1-42), Jesús entabló una profunda conversación con una mujer samaritana: un doble tabú social. No sólo conversó con ella, sino que le reveló su identidad como el Mesías. Jesús reconoció su sed espiritual y le ofreció el "agua viva", demostrando su preocupación por el bienestar espiritual de las mujeres.
La naturaleza protectora de Jesús se extendió a las mujeres que eran vulnerables a la condena y el maltrato. Cuando los líderes religiosos llevaron ante él a una mujer sorprendida en adulterio, él no la condenó, sino que desafió a sus acusadores a examinar sus propios corazones (Juan 8:1-11). Sus acciones revelaron un compromiso con la justicia y la misericordia, especialmente para aquellos en mayor riesgo.
Quizás una de las muestras más significativas de la confianza de Jesús en las mujeres es el hecho de que las eligió como las primeras testigos de su resurrección. En una sociedad donde el testimonio de una mujer a menudo se consideraba menos creíble, Jesús resucitado se apareció a María Magdalena y a otras mujeres. Les confió la tarea crucial de compartir las buenas nuevas de su resurrección (Mateo 28:1-10).
Sobre el Autor
Pastor de jóvenes junto a su esposa. Amador de Dios y la palabra no adulterada. Es veterano del Army de los EU y es activamente un policia.
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