El fruto del Espíritu es un tema muy reconocido y muchos predican e enseñan acerca de los beneficios de producirlo. Por medio de este regalo es que podemos reflejar a Cristo. Podemos llegar a ser ese reflejo de Dios, que desde Adán y Eva se nos fue otorgado; el ser imagen y semejanza de Él.
¿Cómo comenzaron a aparecer estos rasgos en una lista de “check-list” de cada Cristiano? Gastamos una gran cantidad de tiempo y energía tratando de ser más autocontrolados, más empáticos y más en paz con nosotros mismos. En contraste, estamos perdiendo el enfoque. Si nos enfocamos solo en fomentar el fruto del Espíritu en nuestras vidas, el Espíritu produce estas cualidades en cada persona que lo permita.
Gálatas 5:22-23: En cambio, la clase de fruto que el Espíritu Santo produce en nuestra vida es: amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad, 23 humildad y control propio. ¡No existen leyes contra esas cosas!
¿Conoces al que produce ese fruto en ti?
Antes de ir más profundo sobre el fruto y las características del fruto del Espíritu Santo, que tal si primero dejamos claro quién es el Espíritu Santo. Él es la tercera persona de la Trinidad y su nombre viene de la palabra griega del Antiguo Testamento (A. T.).
“Septuaginta” que dice el Espíritu de Jehová. Así mismo, en el A. T. es poco frecuente que mencione al Espíritu de Dios en forma personificada, si no más bien se refiere como algo que Dios mismo otorga a los hombres, o el poder y la fuerza con que Dios actúa.
Ahora en el Nuevo Testamento (N. T.). si se observa un claro proceso de personificación donde Jesús mismo lo comisiona para sus discípulos.
Juan 16:7: En realidad, es mejor para ustedes que me vaya porque, si no me fuera, el Abogado Defensor no vendría. En cambio, si me voy, entonces se lo enviaré a ustedes;
Juan 20:22: Entonces sopló sobre ellos y les dijo: «Reciban al Espíritu Santo.
Aquí en Juan 20:22 podemos ver un paralelismo con Genesis 2.7; así como al comienzo el soplo del Creador transformo el ser de barro a un ser viviente, ahora Jesús resucitado sopla sobre sus Discípulos el Espíritu Santo, preparándolos para ser nuevas criaturas, nacidas del Espíritu.
El Espíritu Santo marca también el nacimiento de la Iglesia. El libro de los Hechos es en realidad el testimonio del nacimiento de la comunidad que hoy día llamamos Iglesia, a partir del Espíritu Santo. Ver: Hechos 2:42-47; 4:32-35; 5:12-16. El Espíritu Santo llego y se manifestó tal y como sigue haciendo hoy día con dones para guiar a la Iglesia.
Cualidades del Espíritu Santo
Algunas cualidades del Espíritu Santo:
- Revela – 2 Pedro 1:21
- Enseña – Juan 14:26
- Intercede – Romanos 8:26
- Ordena – Hechos 13:2
- Da testimonio de Cristo – 1 Juan 5:6-7
- Habla a la Iglesia – Apocalipsis 2:7, 17, 29
- Consolador – Juan 14:16, 26 y Juan 16:7
- Invita a la Salvación – Apocalipsis 22:17
- Nos da poder – Hechos 1:8, Efesios 3:20-21
- Nos da victoria sobre la carne – Gálatas 5:16-26
- Nos unifica con otros hermanos en la fe – Efesios 4:1-4
- Nos da dones – 1 Corintios 12:7-10
Recibimos estas cualidades y al Consolador en nuestras vidas una vez aceptamos a Jesús como nuestro único y exclusivo Salvador. Solo por medio de Jesús le recibimos. Juan 1:33 Una vez en nuestra vida y en el nuevo nacimiento, es aquí donde nos podemos beneficiar no solo de los hermosos regalos o dones que nos hace, sino de sus características.
Comenzamos a parecernos más a Él, si le damos la oportunidad y nos rendimos en totalidad a Él. Ese es el anhelo de Dios, nuestro Padre.
La clave para Manifestar el Fruto del Espíritu
La clave de manifestar el fruto es que caminemos en el espíritu en una relación con su Santo Espíritu. Rendir nuestro temperamento, carácter y personalidad al Espíritu Santo le abre paso a su fruto para que opere en nosotros.
Fíjese que cuando leemos en Gálatas 5:22-23 dice que todas esas características son el fruto del Espíritu. Él, en uso singular, queriendo decir que todas esas cualidades o rasgos son pertenecientes de un solo fruto y no varios frutos como hemos aprendido en el transcurso de los años.
Cuando leemos más arriba de esos versos vemos el fruto de la carne, donde estos son todo lo contrario al del Espíritu. Una vez el fruto del Espíritu comienza a manifestar su poder en nosotros, los frutos de la carne van desapareciendo, o al menos es lo que debería de estar sucediendo. Es importante y recalco que este fruto solo le pertenece a quien ha nacido de nuevo.
Tal vez me puedas decir que muchas personas que no han aceptado a Jesús son buenas y reflejan muchas de estas características también y si, claro que pueden. Pero a la magnitud y poder como el Espíritu Santo, trayendo gloria y honra al Dios Padre, pues no creo. Este fruto es uno que no se fuerza, pues nace naturalmente con el nuevo nacimiento en Cristo Jesús.
Te invito a filtrar tus sucesos del diario por el lente de este fruto para que puedas accionar bien y no solo reaccionar a las cosas que te suceden. Poner en práctica y así fortalecer cada una de estas características en tu vida. Siempre digo: “Si tienes al Espíritu Santo en tu vida, tienes su fruto también.”
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